Fotografía de Diego Morales. |
¡Que 2022 sea, esta vez sí, un año de más alegrías que penas!
¡Feliz 2022!
Fotografía de Diego Morales. |
Fotografía de Diego Morales. Artista: DOGER. Málaga- España |
Fotografía de Diego Morales. "Interior al aire libre". Pintor: Ramón Casas. Colección Carmen Thyssen-Bornemisza. Málaga-España |
Fotografía de Diego Morales. Idea de C.M.A. |
Hoy voy a utilizar mi blog para desahogarme e insultar a un grandísimo hijo de la requeteputísima concha de su requeteputísima madre (aunque esa señora no tenga la culpa de haber parido a un engendro remilhijoputa).
Resulta que uno de mis hijos trabaja en una franquicia de comidas y hace unos días un cabrón hijoputa y su hijo se marcharon sin pagar. Encima de trabajar como un mulo y de cobrar poco, tuvo que poner el dinero robado por ese grandísimo reputocabrón.
Así se les haya indigestado la comida a los dos y tenga que pagar el triple o el cuádruple del valor robado en medicinas.
¡Hijoputa!
Fotografía de Diego Morales. |
Esta novela es tan disparatada, tan amena, tan ágil, con un lenguaje tan arcaico, embaucador y solemne, que no he parado de reirme. ¡Me lo he pasado pipa! ¡Qué lástima no haberla leído en mi primera juventud! Nunca es tarde para descubrirla.
Los episodios del caballo partido por la mitad y el del vino tokay no tienen desperdicio. ¡Vaya que no!
Fotografía de Diego Morales. |
Mi vigésimo segunda lectura ha sido "Pippi Calzaslargas" de la escritora sueca Astrid Lindgren.
Sigo con mi empeño en leer los clásicos infantiles y me da rabia no haberlos descubierto en su momento. ¿Quién no recuerda a la Pippi en blanco y negro de la tele y a sus amigos? Por cierto, en ningún momento de los cuentos se nombra al caballo con otro nombre que no sea el de caballo. El mono sí se llama Nelson y Tommy y Annika también.
Se lee con agrado, igual que los cuentos infantiles de Roald Dahl. Sólo me ha llamado la atención un detalle peligroso. En un capítulo, Pippi y sus amigos deciden hacerse náufragos y la pelirroja prepara la comida. No se le ocurre otra cosa que coger unas setas y añadirlas al condumio mientras dice, más o menos, que sea lo que Dios quiera. Creo que no hubiese estado de más añadir que Pippi conocía las setas comestibles, o que el mono ayudó a coger las comestibles o alguna intervención de este tipo.
Por otro lado, el mundo de la fantasía está totalmente delimitado, por un lado la cordura de Tommy y Annika y por otro la espontaneidad e irracionalidad de Pippi. Los padres nunca se oponen a que los niños estén con Pippi. La maestra hace lo que puede, pero la pelirroja es libre.
También me ha llamado la atención, la soledad de Pippi. En el último capítulo, Tommy y Annika la ven desde su casa, absorta en sus pensamientos y nos da la impresión de que está triste.
Me ha merecido la pena zambullirme en un cuento infantil a deshora.
Fotografía de Diego Morales. |
Fotografía de Diego Morales. |
Fotografía de Diego Morales. |