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Fotografía de Diego Morales |
Lo malo de hablar de un libro es
que no puedes contar detalles para no destripar la emoción de los posibles
lectores. Esta premisa, obligatoria y respetuosa, exige juegos malabares tan
neutros y polivalentes, que se podrían aplicar a cualquier novela, con lo que
se llega a una situación tan absurda como hablar de un relato sin decir nada
del mismo. ¿? ¡! :0
Lo intentaré de forma académica:
¿Quién? Víctor, un septuagenario,
se enamora de una veinteañera.
¿Qué? El viejo nos cuenta sus
recuerdos, vicisitudes, alegrías, esperanzas, penas, reflexiones y opiniones.
¿Dónde? En la ciudad de Zaragoza.
¿Cuándo? Un año o año y medio.
¿Por qué? Porque el amor es “un
oiseau rebelle que nul ne peut apprivoiser”.
¿Cómo? Con la vista, la
conversación y el trato, más o menos, cotidiano.
Adecuación forma > fondo:
El monólogo interior de Víctor
nos informa de la realidad, de “su” realidad. Todo lo que sabemos de la
relación nos lo cuenta Víctor. Los recuerdos de Víctor van y vienen siguiendo
el hilo de su pensamiento y los lectores recomponemos su vida y las
circunstancias.
Cualidades estilísticas:
Sabemos que Olga Bernad ha
escrito la novela porque figura su nombre en el libro, pero no porque aparezca
su opinión por ningún lado. Le ha metido un chip ultramoderno al viejo en el
cerebro y se ha limitado a transcribir lo que ha quedado grabado en el
artilugio, plasmando su forma de hablar y los vaivenes de su pensamiento.
La novela se divide en capítulos
de longitud desigual, cada uno de ellos centrado en un aspecto concreto de la
historia, para que la lectura sea más amena, quizás. Si todo el texto estuviese
escrito de una tirada, el resultado sería el mismo.
Otro mérito de la escritora es
que ha mantenido el tono durante toda la novela, sin altibajos.
Otro mérito es el personaje. Víctor
es una invención, un viejo con su ADN y su DNI propios pero, a la vez, un tipo
que nos resulta familiar. Olga Bernad no nos pone ni a favor ni en contra.
Personalmente, lo considero un grandísimo hijo de la gran puta.
Otro mérito. Víctor es humano: cruel,
irónico, mordaz, tierno, hijoputa, todo en uno.
Otro mérito: Si leemos la novela
como si fuese anónima, nunca podríamos saber si la ha escrito un hombre o una
mujer. Lo que demuestra que no hay literatura femenina ni masculina. Es más,
Olga Bernad podría ser lapidada por feministas.
Opinión personal: Me ha gustado
mucho la novela, odio a Víctor, he disfrutado reconociendo palabras o
expresiones que, siendo aragonesas, son murcianísimas (a la historia me remito)
(charrar, malmeter, achuchar, caletre, equilicuá…) y no me ha dejado
indiferente.
Defectos: el precio. De acuerdo
que es una edición muy cuidada, las ilustraciones son una preciosidad y todos
tienen que vivir de su trabajo, pero el precio me parece un pelín caro. Pero
merece la pena leer la novela.
Olga Bernad, ¿para cuándo la
siguiente?
“El buen amor”. Olga Bernad.
Editorial Nuevos Rumbos. 2013.