- ¡Os lo aviso! ¡Vade retro, politicastros que hacéis trampas con los estudios! ¡Esta tesis que me habéis presentado es un corta y pega! ¿No se os cae la cara de vergüenza, felones, malandrines y follones?
Aparte de la idiotez que supone llamar "mufin" a una magdalena, me ha parecido cara la merienda (ya sé que el concepto de "caro" es tan difuso y relativo como el de "bello"). Uno va a un bar cuando no le ha dado tiempo a merendar en la casa o porque ha quedado con los amigos, pero, además, añadiría que también para comer algo diferente o que esté especialmente exquisito. Un zumo de naranja y una magdalena industrial me las tomo en mi casa por un precio sensiblemente menor. Alguien dirá: "¡haberte pedido otra cosa! o ¡haberte ido a tu casa a merendar! Sí, supongo que ese alguien tiene razón. Aunque tampoco había mucho donde elegir: o zumo natural o zumo envasado. No quedaba nada de bollería del día tampoco. Ese alguien también podría decir: ¡haberte ido a otro establecimiento! Por otro lado, es cierto que el dueño del bar tiene que pagar impuestos, salarios y los gastos propios de un negocio. Lo entiendo, claro. Aún así, me parece caro. ¡Por tres euros compro una malla de dos o tres kilos de naranjas en el mercado! ¡Claro que si comparo este precio con lo que me soplaron por aparcar varias horas en un aparcamiento, ni les cuento! ¿O acaso me estoy haciendo avaro y roñoso?
¡Miren ustedes qué practico! ¿Que hace frío en la calle? ¡Pues nos cubrimos con uno de esos vellocinos (pero no de oro) preparados para los clientes, y, hala, a seguir disfrutando de la compañía y del bebercio!