Fotografía de Diego Morales
El verano que he pasado con las matemáticas... para mí se queda.
A mi hijo mayor le quedaron las Matemáticas B de 4º ESO y al mediano las Matemáticas de 1º ESO. Todos los días (y quiero decir todos los días, excepto, evidentemente uno o dos y los fines de semana) han sido una pesadilla, por aquello de perseguirlos para que estudiasen. Al mayor no pude ayudarle pero al mediano sí. ¡Menudo veranico con los signos, las raices cuadradas, las fracciones, las operaciones con grados y minutos, las potencias, las áreas, el máximo común...! De algunas cosas me acordaba pero de otras no y he tenido que estudiar yo también.
No los he llevado a una academia porque eso hubiese supuesto desbaratarnos más aún el verano. El mayor ha rechazado ayudas de familiares y amigos puestos en la cosa de los números y del mediano me he encargado yo (mi paciencia y mi desgaste psíquico... pa mí se quedan también).
Esta mañana los he hecho madrugar y a las 8h30' estábamos en el instituto mirando las listas.
Tengo que decir que el mayor las ha recuperado con un 6 y mi mediano con un 7. ¡UN SIETE!
Delante de ellos no, pero cuando ya me venía al trabajo, me he dado una panzá a llorar... que pa mí se queda. He llorado de orgullo y de satisfacción personal, porque, ese siete es mío, únicamente mío.
¿Saben ustedes lo que es todos los días una lucha para que se sentara a estudiar, para explicarle las cosas, para que hiciese los deberes, para corregirlos, para informarme yo primero, para todo? Es un desgaste psíquico ENORME.