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Fotografía de Diego Morales |
Acabo de leer el ensayo de Haruki Murakami “De qué hablo
cuando hablo de escribir” (Tusquets) y me ha parecido muy interesante.
No les vendría mal a los que quieren ser escritores leerlo.
Nos cuenta con mucha sinceridad cómo empezó a escribir, sus
manías, cómo compone sus personajes, su método de trabajo, sus técnicas
narrativas.
Hace unos meses publiqué una entrada en la que comentaba
otro ensayo que había leído sobre la “genialidad” y miren ustedes por dónde,
Murakami confirma la idea de que la creación no es espontánea. Nunca lo es. No
puede serlo, por más que nos guste escuchar el cuento de que ese “genio” se
levantó un día y se puso a componer la más bella partitura de la historia.
No.
Murakami dice que está muy atento a la realidad, a la gente,
a las historias y todo lo va almacenando en su memoria. Cuando se pone a
escribir va tomando de sus recuerdos aquellos que necesita para que la historia
se vaya desarrollando.
En cuanto a la “genialidad” de Murakami, allá cada uno con
sus gustos y apreciaciones, pero lo cierto es que de donde no hay, no se puede
sacar. Y los genios (en cualquier campo) no son magos que sacan de su sombrero
de copa teorías, inventos y obras de arte diciendo “tachín tachán”.