Fotografía de Diego Morales Hacer regalos es fácil... si se lleva poco tiempo. Mas el asunto se torna enrevesado con los años. ¿Qué hacer cuando has descartado perfumes, jabones y sales de baño? ¿ Y ya no hay más espacio para candelabros, marcos, cojines y cajitas? ¿Y si se han agotado las velas y varillas de sándalo, almizcle, ámbar e incienso? Y no te digo nada si ya has recurrido a los pañuelos, fulares, ponchos, boinas, guantes, chales, capellinas y mantas para cubrirse cuando estás en el sofá. ¿Creen ustedes que se me olvidaron los libros y la música? Menos mal que he encontrado otra veta (y nunca mejor dicho): ¡las piedras semipreciosas! La última que le he regalado a mi moza por su santo (que fue hace unos días) es nada más y nada menos que una "gorgonia de coral", ahí queda eso.
Pero es que la lista se completa con labradorcita, coral indio, malaquita, lapislázuli, roca de luna, azabache, jade, ámbar, cuarzo rosa, ojo de tigre marrón, ágata verde clarita, nácar blanco, aguamarina...
Cuando voy a la tienda le enseño a la dependienta mi lista y le digo: ¿queda algún pedrusco que todavía no haya regalado?
Mon Dieu, c'est pas possible!!!