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Fotografía de Diego Morales Murcia - España |
Gumersinda le soltó un manotazo a Telesforo porque éste le había
metido mano en una maniobra a trasmano cuando ella aspiraba a una verdadera
imposición de manos, un trabajo manual realizado por un manitas. Nada de
manazas, ni manos de hierro, ni manos de manteca y, mucho menos, manitas de
cerdo. No quería que le echaran la mano
por el hombro como a una amiga, ni al
cuello como un asesino, ni que le pasaran la mano como a una ingenua, ni que le
metieran la mano al bolso como un vulgar manirroto, ni que le pasaran una manutención,
ni que la cogieran de la mano como a una niña. No quería que la maniataran, no
admitía manifaceros en su vida, no pretendía que la manufacturaran como una
mercancía.
No soportaba falsas maniobras. No buscaba una manicura ni unas
manoplas asépticas. Quería una manita, como las del fútbol, una goleada en toda
regla, vamos.
Una mano grande, fuerte, hábil, no como ese manifestante gilipollas
que estropea manos anónimas.