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Fotografía de Diego Morales. En la tela no aparece el nombre del autor. |
Hay teorías y comportamientos que me irritan.
Tras el enfado viene la calma y me digo, vaya, pues que cada cual haga lo que pueda y quiera, faltaría más. Aún así, la pesambre no se me va así como así. Intento ser racional (en la medida en que mi poco raciocinio me lo permite), pero me asalta mi vena subjetiva y empiezo a soltar improperios contra lo que considero estupidez, pura y dura.
Aquí pongo el enlace, pero he de advertir que el artículo está escrito en francés. Se trata de lo que en Francia llaman "VEO" (Violence Éducative Ordinaire) y aquí, en España, no sé qué nombre le habrán puesto los pedagogos/psicólogos afines a esta teoría.
Dentro de la denominación "violencia educativa ordinaria" entran los castigos y correctivos que se les aplican a los niños (desde un pescozón hasta la privación del postre).
Como suele ocurrir en estos casos, siempre hay adeptos que se convierten en más papistas que el papa y todo es susceptible de ser considerado (VEO): obligar a los niños a comer, a acostarse a determinada hora o incluso a acostarlos en una cuna de barrotes...
No sé ustedes, pero yo lo considero una estupidez como la copa de un pino, porque la base de la teoría está en una idea tan disparatada como necia: se sitúa al niño en el mismo plano que al padre. ¡Como si tuviesen los mismo derechos, deberes, obligaciones y raciocinio unos que otros!
¿Se puede ser más idiota?
No se trata de ser partidario del bofetón, ni de la ducha de agua fría ni de hacerle comer al niño su propio vómito. Está de más decirlo, pero no me gustaría que nadie me malinterpretase, por favor.
Los padres nunca estamos preparados para tener un hijo, los hijos no vienen con un manual de instrucciones, la paciencia tiene límites y todos intentamos criar a nuestros hijos de la mejor forma posible.
Los hijos de los que hablan los insensatos pedagogos que expelen estas teorías no son criaturas humanas, son entelequias, simulaciones, embelecos, ficciones y mentiras. Las teorías y consejos sirven para embaucar a los padres primerizos, que se ven desbordados y perdidos en el difícil mundo de la crianza.
¿Alguien conoce o sabe de algún niño al que su padre le haya dicho razonadamente "oye, no se meten los dedos en los agujeros de los enchufes porque puedes recibir una descarga eléctrica a consecuencia de la cual puedes quedar malherido o incluso muerto" y el niño haya respondido con la madurez propia de los niños: "gracias, papá. Tienes razón. No voy a meter nunca los dedos en los enchufes"?
Pues eso, tontos del culo es decirles poco.