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Fotografía de Diego Morales. |
A veces es entretenido hacer balances. En otras ocasiones da pereza o provoca depresión. ¡Vaya usted a saber con qué ánimos se levanta uno!
Hoy toca "balancear". ¿Se puede decir "balancear" con el significado de "redactar un balance"? Ya tenemos el ejemplo de nuestro inescrutable don Pedro Sánchez, que le añadió una acepción al verbo "topar" de toda la vida. Recuerden aquello de "topar" los precios de la electricidad y blablablá (que no blablacar)
Pues eso, que el balance de los libros que leí durante 2024 alcanza la muy modesta cifra de 23. En ese cómputo entran desde libros cortitos como la novela gráfica de Paco Roca, "La casa", que fue el primero, hasta "tochos" (en el buen sentido de la palabra, claro, si no, no me los leería. No estoy yo para tontunas literarias) de más de 500 páginas como Un caballero en Moscú de Amor Towles.
Escribo un resumen para que no se me olviden la trama y, sobre todo, los finales. No sé por qué pero se me olvidan antes los finales que la trama.
La cifra podría casi duplicarse si se tiene en cuenta que tengo la manía (adquirida hace unos pocos años) de reeler la novela en cuanto la acabo. No puedo decir siempre, porque si no se cumple una sola vez, la aseveración queda invalidada, pero casi casi siempre. La segunda lectura aporta muuuuchos detalles que se me escapan en la primera y se saborea más y mejor la novela.
Mi última lectura del 24 fue una novela-anecdotario de Ana Iris Simón, Feria.