De andanzas

Fotografía de Diego Morales

Ya llevo cinco semanas saliendo todas (casi) las noches a andar. Me hago una media de 6/7 kilómetros a paso rápido y ya hace dos noches que corro durante 10 minutos (al trote gorrinero, que ya tendré tiempo de emular a Usain Bolt -todo llegará-). Al principio me dolían las plantas de los pies, me notaba como relámpagos en los gemelos y se me quejaban todos y cada uno de los músculos glúteos. Pero ya no. Resisto y camino una hora y media, a veces más.
Siempre me cruzo con gente aunque una noche no vi a nadie.
La gente es de lo más variopinta y curiosa:
Un señor me ha dicho buenas noches las dos veces que nos hemos cruzado. Los demás no saludan. Yo tampoco. Anteayer se me ocurrió decirle buenas noches a uno y no me contestó. Unos van en bici, otros corren, otros caminan. Unos salen con la novia o con la mujer. Otros salen con los hijos, en carricoche o andando. Unos hablan de política, otros de declaraciones de la renta, otras de comidas y ajuares. Unos se callan cuando me ven a poca distancia. Otros no. Yo siempre ando por la derecha. Algunos, que van por su izquierda, no quieren apartarse cuando nos cruzamos, yo tampoco, y casi nos rozamos. Unos llevan chalecos reflectantes, otros salen con una vara y otros con el perro. Algunos asquerosos escupen a los pocos metros de haberme adelantado. Algunas chicas corren solas pero muy tarde no. Muchos  llevan auriculares. Algunos lucen diseño y otros vestimos ropa vieja. Los que van en grupo tienden a ocupar todo el carril pero a mí no me da la gana bajarme a la calzada para adelantarlos, así que me coloco detrás de ellos y cuando se sienten avergonzados y nerviosos por llevar a alguien a sus talones, entonces se apartan, los muy cretinos. Algunos -muchos- somos educados y vamos siempre por la derecha, sin molestar, a lo nuestro...
Todavía no me he pesado porque no quiero llevarme ninguna pesambre pero ya noto que los pantalones empiezan a caérseme.