Fotografía de Diego Morales |
L. era una mujer con carácter pero tierna, detallista, inteligente, fuerte, sencilla, alegre, agradecida y, sobre todo, superviviente.
La vida la trató con extrema crueldad pero siempre tenía una sonrisa y un gesto cariñosos.
Es como esta flor: bella, sencilla, inolvidable y con una luz radiante que me sirve de ejemplo cuando las cosas no van como yo quisiera.
Me llamaba "barbitas", nos mandaba tarjetas de navidad con muchos adornos, siempre tenía preparados para mis hijos chocolatinas de adviento y huevos de pascua, en su casa nunca faltaba un taza de café, buena conversación y algún dulce, se ilusionaba como un niño ante cualquier atención que se tuviera con ella, y tantos y tantos recuerdos.
¡Y lo que tuvo que padecer esta excelente mujer! A los catorce años el ejército nazi la deportó de su Rusia natal y ya no volvió a ver a su familia, logró escapar de un campo de concentración, por vicisitudes de la vida acabó en España, donde tampoco llevó una vida de rosas precisamente. Y sin embargo, irradiaba ternura, tesón, inteligencia y humanidad.
Siempre en mi/nuestro recuerdo, L.
No hay comentarios:
Publicar un comentario