Buenos días Dyhego. Temprana y luminosa la mañana se despierta. ¿Qué harás a la hora del patio? Te lo digo por si pudiéramos quedar. Tu en Murcia y yo en Barcelona.
Ya es mérito, Dyhego, tener a los niños callados a la hora del recreo. Y cuando no es el recreo. ¿Será que los humanos nacimos para hablar? Es un sinvivir. Déjales que salten como grillos. Y que luego lean.
Tecla: Cada vez soporto menos el ruido... y ya ves con quién trabajo, jajaja. Me he propuesto que en la biblioteca estén callados... y todos los días expulso a alguno. Es el único lugar del instituto donde no es obligatoria estar, así que, deben aprender a estar callado. ¡Con lo bien que se está callado! Salu2 silenciosos.
La expresión pedir la mano, tradicionalmente ha designado un acto social, actualmente quizá menos practicado en nuestros tiempos por el hecho de que las relaciones entre las parejas, aun en el caso de ser duraderas, se establecen con menos formalismos. Pero hasta nuestros días siempre ha designado en muchas sociedades un acto mediante el cual el pretendiente de una chica pedía formalmente el matrimonio con ella, tanto a ella como a sus padres, siendo recibido en la casa paterna a la que acudía, y si había recursos económicos, acompañaba su petición de un regalo valioso o un anillo de prometida para ella. A partir de entonces, se consideraban novios o prometidos. Pero poca gente sabe por qué se dice "pedir la mano". ¿Acaso es una mano lo que le interesa de su novia al pretendiente?.
Evidentemente no, la quiere entera. La expresión procede del derecho romano más antiguo, en que el pretendiente pedía formalmente la "manus" de la chica, y se celebraba la promisión oficial de boda, denominada "esponsales", muy anterior a la boda misma. En la sociedad romana, la mujer es ciudadana de derecho casi pleno y su situación es diferente y mejor que en otras sociedades antiguas, pero no puede ejercer el voto, el derecho a ocupar cargos públicos... Esto se solventa jurídicamente considerándola una eterna menor de edad. Ejercerá sus derechos mediante la acción de un varón que ejerce sobre ella la patria potestad (su padre o un tutor, si este fallece). Pero cuando se casaba, esta tutela y potestad jurídica sobre ella, en los tiempos más antiguos, se transfería necesariamente al marido con el nombre jurídico de "manus". Manus (la mano o el puño) designa jurídicamente el poder que un varón tiene sobre su esposa, o también sobre esclavos si los posee. Por eso "emancipare" significa sacar a uno de la situación de estar "cogido" en el poder de otro. "Manumitir" es, en derecho romano, "dejar libre al esclavo del poder de su amo" para convertirlo en ciudadano.
El derecho romano desarrolló muy pronto nuevas modalidades de matrimonio. Además de un matrimonio "cum manu" (en que la tutela de la mujer pasaba al marido y se desvinculaba de su padre), aparece un matrimonio "sine manu", en que la hija elegía permanecer bajo la patria potestad del padre. En época clásica esta modalidad fue la más común y la preferida por las romanas, porque les permitía tener bienes propios e independencia frente al marido, y cuando el padre muriera, si había herencia, recibirla en paridad con sus hermanos varones. En esta situación, tras la muerte del padre, la mujer buscaba un pariente cercano que ejerciera su tutela y estuviera al servicio de sus deseos, o si podía, se pagaba un empleado como tutor legal que obedeciera sus mandatos y la representara jurídicamente en contratos, negocios o cualquier operación legal que pudiera necesitar. Por ese motivo, en las mujeres de clase media que regentaban negocios, o donde hubiera un mínimo de patrimonio, los romanos tenían que pedir el matrimonio renunciando a la "manus", que la mujer prefería no entregar al marido (se trata de un matrimonio con separación de bienes, que heredará del derecho romano el derecho moderno).
En cualquier caso, en virtud de la ley Papia Poppaea, de época de Augusto (año 9 d.C.), que reitera cierta lex Iulia de la primera mitad del S.I a.C. queda libre de cualquier tutela marital, legal o paterna, la mujer que haya dado a luz a tres hijos vivos.
Todavía se dice popularmente "este tiene mucha mano" (en un lugar, en un asunto), para referirse a quien tiene un buen grado de poder o influencia en un medio concreto, en el que puede obtener ventajas o prebendas para sí o para los suyos.
12 comentarios:
Jajajajajajaj´pues es cierto, Dyhego. Tanto pedir la mano, pedir la mano ¿Y luego qué?
Para que te fregaran los platos?
Si es que no somos nadie.
Buenos días Dyhego. Temprana y luminosa la mañana se despierta.
¿Qué harás a la hora del patio? Te lo digo por si pudiéramos quedar.
Tu en Murcia y yo en Barcelona.
Tecla:
Y para tener la mano ahí, desocupada, con las de cosas que hacen las manos.
salu2 manuales.
Tecla:
Paso los recreos en la biblioteca, hago que los críos se callen, presto libros, lo normal.
Salu2 patieros.
Los hay rarillos, eh?
Bizz en chair et en os, murcianico.
Ya es mérito, Dyhego, tener a los niños callados a la hora del recreo. Y cuando no es el recreo. ¿Será que los humanos nacimos para hablar? Es un sinvivir.
Déjales que salten como grillos.
Y que luego lean.
Si es que hay algunas manos que solo sirven de adorno.
Besos.
Zarzamora:
¡A más de uno habría que darle un buen manotazo!
Salu2 digitales.
Tecla:
Cada vez soporto menos el ruido... y ya ves con quién trabajo, jajaja.
Me he propuesto que en la biblioteca estén callados... y todos los días expulso a alguno.
Es el único lugar del instituto donde no es obligatoria estar, así que, deben aprender a estar callado.
¡Con lo bien que se está callado!
Salu2 silenciosos.
Gemelas:
Una mano sin brazo no es nada. Un brazo sin cuerpo no es nada... y así, jejeje.
Salu2 enteros.
PEDIR LA MANO
La expresión pedir la mano, tradicionalmente ha designado un acto social, actualmente quizá menos practicado en nuestros tiempos por el hecho de que las relaciones entre las parejas, aun en el caso de ser duraderas, se establecen con menos formalismos. Pero hasta nuestros días siempre ha designado en muchas sociedades un acto mediante el cual el pretendiente de una chica pedía formalmente el matrimonio con ella, tanto a ella como a sus padres, siendo recibido en la casa paterna a la que acudía, y si había recursos económicos, acompañaba su petición de un regalo valioso o un anillo de prometida para ella. A partir de entonces, se consideraban novios o prometidos. Pero poca gente sabe por qué se dice "pedir la mano". ¿Acaso es una mano lo que le interesa de su novia al pretendiente?.
Evidentemente no, la quiere entera. La expresión procede del derecho romano más antiguo, en que el pretendiente pedía formalmente la "manus" de la chica, y se celebraba la promisión oficial de boda, denominada "esponsales", muy anterior a la boda misma. En la sociedad romana, la mujer es ciudadana de derecho casi pleno y su situación es diferente y mejor que en otras sociedades antiguas, pero no puede ejercer el voto, el derecho a ocupar cargos públicos... Esto se solventa jurídicamente considerándola una eterna menor de edad. Ejercerá sus derechos mediante la acción de un varón que ejerce sobre ella la patria potestad (su padre o un tutor, si este fallece). Pero cuando se casaba, esta tutela y potestad jurídica sobre ella, en los tiempos más antiguos, se transfería necesariamente al marido con el nombre jurídico de "manus". Manus (la mano o el puño) designa jurídicamente el poder que un varón tiene sobre su esposa, o también sobre esclavos si los posee. Por eso "emancipare" significa sacar a uno de la situación de estar "cogido" en el poder de otro. "Manumitir" es, en derecho romano, "dejar libre al esclavo del poder de su amo" para convertirlo en ciudadano.
El derecho romano desarrolló muy pronto nuevas modalidades de matrimonio. Además de un matrimonio "cum manu" (en que la tutela de la mujer pasaba al marido y se desvinculaba de su padre), aparece un matrimonio "sine manu", en que la hija elegía permanecer bajo la patria potestad del padre. En época clásica esta modalidad fue la más común y la preferida por las romanas, porque les permitía tener bienes propios e independencia frente al marido, y cuando el padre muriera, si había herencia, recibirla en paridad con sus hermanos varones. En esta situación, tras la muerte del padre, la mujer buscaba un pariente cercano que ejerciera su tutela y estuviera al servicio de sus deseos, o si podía, se pagaba un empleado como tutor legal que obedeciera sus mandatos y la representara jurídicamente en contratos, negocios o cualquier operación legal que pudiera necesitar. Por ese motivo, en las mujeres de clase media que regentaban negocios, o donde hubiera un mínimo de patrimonio, los romanos tenían que pedir el matrimonio renunciando a la "manus", que la mujer prefería no entregar al marido (se trata de un matrimonio con separación de bienes, que heredará del derecho romano el derecho moderno).
En cualquier caso, en virtud de la ley Papia Poppaea, de época de Augusto (año 9 d.C.), que reitera cierta lex Iulia de la primera mitad del S.I a.C. queda libre de cualquier tutela marital, legal o paterna, la mujer que haya dado a luz a tres hijos vivos.
Todavía se dice popularmente "este tiene mucha mano" (en un lugar, en un asunto), para referirse a quien tiene un buen grado de poder o influencia en un medio concreto, en el que puede obtener ventajas o prebendas para sí o para los suyos.
Muchísimas gracias por la explicación, Karin.
¡Qué curioso! Lo que da de sí una "mano"...
Salu2 amanuenses.
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