domingo, 24 de febrero de 2013

De Haruki Murakami

Fotografía de Diego Morales


            “Aomame la consoló y le aconsejó que lo castigara de algún modo. Pero Tamaki no estaba de acuerdo. Le dijo que ella misma no había tenido cuidado y que era demasiado tarde para denunciarlo. Ella también era responsable por haber ido a solas a su habitación cuando la invitó. “Quizá sea mejor olvidarlo”, le dijo. Pero a Aomame le dolía la profunda herida que aquel hecho había causado a su mejor amiga. No se trataba de un problema superficial, como la pérdida de la virginidad. Era un asunto que atentaba contra la dignidad de un alma. Nadie tenía derecho a invadirla. Y la impotencia era algo que corroía a las personas hasta el final.
Por eso Aomame decidió castigarlo personalmente. Le sonsacó a Tamaki la dirección del apartamento donde vivía el chico y fue allí con un bate de sófbol metido en un cilindro grande de plástico para planos de dibujo técnico. Aquel día, Tamaki había ido a Kanagawa a la celebración de un rito por un familiar fallecido o algo por el estilo, con lo cual ya tenía coartada. Aomame se había asegurado de antemano de que el chico no estuviera en su habitación. Con un destornillador y  un martillo rompió la cerradura y entró en el dormitorio.  Luego envolvió una toalla alrededor del bate varias veces y, con cuidado de no hacer ruido, hizo añicos todo lo que había dentro de la habitación. La televisión, la lámpara, el reloj, los discos, la tostadora, el jarrón… No quedó nada en pie. Cortó el cable del teléfono con unas tijeras. Rasgó en pedazos las portadas de los libros, esparció la pasta de dientes y la espuma de afeitar por toda la alfombra. Echó salsa en la cama. Hizo trizas los cuadernos que había dentro de los cajones. Partió bolígrafos y lápices. Rompió todas las bombillas. Rajó con un cuchillo las cortinas y los cojines. También cortó todas las camisas que  había en el armario. Llenó de Ketchup los cajones de la ropa interior y de los calcetines. Arrancó los fusibles de la nevera y los tiró por la ventana. Soltó y rompió la goma de cierre de la cisterna. Destrozó la alcachofa de la ducha. La destrucción fue exhaustiva y minuciosa, de una punta a otra. La habitación quedó igual que el centro de Beirut después de un bombardeo, tal y como había visto en una fotografía de un periódico hacía unos días. “

Capítulo 13. Aomame. Víctima de nacimiento. Página 218.

En este fragmento también se puede apreciar la técnica y personalidad del maestro Haruki Murakami. Me fascinan esos personajes tan decididos, tan complicados, tan sutiles, tan irónicos, tan mordaces, tan tiernos y tan crueles.
Este pasaje me desata la risa. Una sonrisa cómplice y malvada.
Me he preguntado varias veces por qué. En algún momento todos hemos pensado en hacer algo así. Y si junto lo que ya he pensado (romper la pantalla de la tele con todas mis fuerzas) a lo que imagina Murakami por mí (rajar cortinas y cojines), pues me sale esa risa malévola. El uso de sinónimos de destrucción y la narración detallada de las diversas roturas, también es un elemento muy cómico que sabe utilizar Haruki.
¿A quién no le gustaría darse el capricho de una sesión como la que realiza Aomame? Jejejejejeje.

8 comentarios:

Liliana G. dijo...

Diablos, Dhyego, no conocía este lado destructivo de tu personalidad. Pero sí, a veces es bueno desahogarse en grande.

Es un verdadero placer, querido amigo, volver a leer tus entradas, palabra. Mil gracias por tu compañía durante este tiempo.

Besos.

Dyhego dijo...

Liliana:
Con ganas se queda uno de romperlo todo, a veces, jejeje.
El placer es que me visites. ¡Celebro muchísimo tu recuperación, tu victoria, tu fuerza!
Cariños.

tecla dijo...

Sí que es cierto, Dyhego, qué bien se debe de quedar uno cuando le hace algo así a quien se lo merece.
Y se piensa a quién lo desearías hacer.
Creo que a nadie.
Péroooooooo.

Dyhego dijo...

Tecla:
No me importaría entrar en la casa de Rajoy, de Zapatero, de Mas, de Feijoo, de Urkullu...
Salu2 pacíficos...

tecla dijo...

Jajajajjaj. Y en la de tantos otros más. Pero sobre todo en la de Mas.

Dyhego dijo...

Tecla:
¡Y si damos con la caja fuerte... ya, ni te cuento, jajaja!.
Salu2.

LA ZARZAMORA dijo...

Yo les rompería la cara a unos cuantos, fíjate...

Sonrío.

Bizz, Diego.

Dyhego dijo...

Zarzamora:
Hay que hacer pesas, porque algunos tienen la cara de granito...
Salu2.