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sábado, 2 de noviembre de 2024

¿Quién se queda más solo?

Fotografía de Diego Morales.

 Rima LXXIII
(Gustavo Adolfo Bécquer)

Cerraron sus ojos

que aún  tenía abiertos

taparon su cara

con un blanco lienzo;

y unos sollozando,

otros en silencio,

de la triste alcoba

todos se salieron.

La luz que en un vaso

ardía en el suelo,

al muro arrojaba

la sombra del lecho;

y entre aquella sombra

veíase a intervalos

dibujarse rígida

la forma del cuerpo.

Despertaba el día,

y, a su albor primero,

con sus mil rüidos

despertaba el pueblo.

Ante aquel contraste

de vida y misterios,

de luz y tinieblas,

yo pensé un momento:

¡Dios mío, qué solos

se quedan los muertos!

De la casa, en hombros,

lleváronla al templo

y en una capilla

dejaron el féretro.

Allí rodearon

sus pálidos restos

de amarillas velas

y de paños negros.

Al dar de las Ánimas

el toque postrero,

acabó una vieja

sus últimos rezos,

cruzó la ancha nave,

las puertas gimieron,

y el santo recinto

quedóse desierto.

De un reloj se oía

compasado el péndulo,

y de algunos cirios

el chisporroteo.

Tan medroso y triste,

tan oscuro y yerto

todo se encontraba

que pensé un momento:

¡Dios mío, qué solos

se quedan los muertos!

De la alta campana

la lengua de hierro

le dio volteando

su adiós lastimero.

El luto en las ropas,

amigos y deudos

cruzaron en fila

formando el cortejo.

Del último asilo,

oscuro y estrecho,

abrió la piqueta

el nicho a un extremo.

Allí la acostaron,

tapiáronle luego,

y con un saludo

despidióse el duelo.

La piqueta al hombro

el sepulturero,

cantando entre dientes,

se perdió a lo lejos.

La noche se entraba,

el sol se había puesto:

perdido en las sombras

yo pensé un momento:

¡Dios mío, qué solos

se quedan los muertos!

En las largas noches

del helado invierno,

cuando las maderas

crujir hace el viento

y azota los vidrios

el fuerte aguacero,

de la pobre niña

a veces me acuerdo.

Allí cae la lluvia

con un son eterno;

allí la combate

el soplo del cierzo.

Del húmedo muro

tendida en el hueco,

¡acaso de frío

se hielan sus huesos…!

| |

¿Vuelve el polvo al polvo?

¿Vuela el alma al cielo?

¿Todo es sin espíritu,

podredumbre y cieno?

¡No sé; pero hay algo

que explicar no puedo,

algo que repugna

aunque es fuerza hacerlo,

el dejar tan tristes,

tan solos, los muertos!


10 comentarios:

Fackel dijo...

Ay, Señor, que me traes recuerdos ancestrales, era una de las poesías que nos hicieron aprender a algunos, para declamarlas en la fiesta de la declamación. A mí me tocó Don Juan Tenorio..."aquí me tienes, Don Juan / y he aquí que vienen conmigo / los que tu eterno castigo / de Dios suspirando están...etcétera

Fackel dijo...

Bécquer es enorme. Sus leyendas son magistrales.

Conchi dijo...

Grandioso poema de Bécquer. Un día muy apropiado para publicarlo.

Un abrazo.

VENTANA DE FOTO dijo...

Recuerdo haberlaleído en mis tiempos de juventud. Me encantaba la asignatura de Literatura.
Feliz domingo de descanso.

Dyhego dijo...

Fáckel 1:
¡y esos versos aprendidos en la infancia, no se olvidan jamás! ¡Para que luego los "pedagogos de pacotilla" vayan largando sobre la memoria y todo eso.
Salu2.

Dyhego dijo...

Fáckel 2:
¡quién no ha leído algo de Bécquer! Seguro que todos recordamos algún verso. El de las golondrinas, por ejemplo.
Salu2.

Dyhego dijo...

Conchi:
es tan triste, tan triste.
Salu2.

Dyhego dijo...

Antonia:
todos en la escuela lo hemos leído. '¡Y algo queda, seguro!
Espero que los sigan enseñando en los colegios!
Salu2.

Alís dijo...

Quiero creer que una vez muertos ya no hay nada, por lo tanto tampoco soledad. Espero no estar equivocada, porque de lo contrario sí que sería terrible quedar tan solos.

No conocía esta rima de Becquer, y eso que en mi adolescencia lo leí mucho. O no la conocía o la olvidé, que también es otra posibilidad.

Besos

Dyhego dijo...

Alís:
también me temo que no hay nada, pero se aferra uno a cualquier cosa. Nunca lo sabremos.
Seguramente la olvidaste, porque siempre se leían en clase, la de las golondrinas, la del arpa del rincón, la de qué es amor, ...
Salu2.