martes, 20 de octubre de 2015

Acoso verbal





Fotografías de Diego Morales
Cabezudos
Morella - Castellón - España


Si yo fuera machista, hoy es uno de esos días en los que estaría convencido de que las mujeres son "liantas" y "malísimas".
Esta mañana me llama por teléfono al trabajo una señora de una empresa dedicada a montar obras de teatro y ha habido un momento en que me he visto acosado. Me ha dicho que como hacía ya años que no los contrataba, que este año les tocaba. Empeñada en tomarme nota de alumnos, dinero y plazos de entrega de una señal. Se ha permitido la osadía de pedirme mi número de móvil. Como no se lo he dado, me ha pedido un correo electrónico (le he dado uno falso, jejeje). Y ha quedado en llamarme la semana que viene.
Lo que les digo, un auténtico acoso empresarial.

Pero no acaban ahí mis desgracias. A la salida del trabajo he quedado (a petición de ella) con una maestra para tratar unos asuntos peliagudos que no quiero que me salpiquen porque es un tema en el que ni pincho ni corto. ¿Es que me ha dejado hablar? No. De esas personas compulsivas, habladoras y nerviosas que no me ha dejado meter ni una palabra de canto. ¿Para eso tanto pedirme una reunión? ¡Y encima que, por cortesía, me he desplazado yo y me he quedado casi una hora "escuchando", ya  fuera de nuestros respectivos horarios! Ha habido un momento en el que hemos estado casi diez segundos, o más, hablando los dos a la vez a ver quién podía más. Efectivamente, ha ganado ella. Claro que, a partir de ese momento, me he dedicado a hacer como que escuchaba y a decir "sí, claro, es verdad, pues yo, efectivamente, pues no te preocupes, claro..."

Luego hablan de la agresividad masculina.

A principios de curso me puse en contacto con un comercial de una editorial para que me mandase una muestra de libros de texto. Intercambiamos un par de correos electrónicos, en dos días me mandó el envío, fue al centro pero no pudimos coincidir, me dejó su tarjeta y ya está.

¡Uffff!

Bueno, mañana ya se me habrá pasado el cabreo y todo habrá vuelto a su cauce. Espero...





8 comentarios:

amparo puig dijo...

A ver, yo que soy mujer te puedo asegurar que hay mujeres liantas y malísimas. Después de trabajar durante dieciocho años en una institución; despues de perderme la infancia de mis hijos; después de hacer horas y horas por el morro, coincidieron en el poder de la empresa dos mujeres, dos mujeres de esas que te van apretando la tuerca, de las que no tienen ningún reparo en humillarte delante de los demás; de las que te acarician la espalda mientras te van clavando un puñal. Me despidieron, sí, entre las dos, sin ningún motivo. Así que sé de lo que hablas.

K dijo...

Qué agobio. En mi trabajo es habitual que vengan los "entendidos" y que no te dejen hablar hasta que llega un momento en que les tengo que cortar. Lo malo en mi trabajo es que todo el mundo tiene la razón y, en realidad, pocos saben de lo que hablan. Oyen campanas...
Pero agobia, ciertamente.

LA ZARZAMORA dijo...

Entiendo a Amparo... hay cada lagartaaaa. Barbijaputas.
Y son empalagosas a más no poder. Y no sueltan y ahí están.

A fulmigarrr!!!

Y por teléfono los y las de publicidad para telefonía, qué me dices?

Bizz zen, murcianico.

Tracy dijo...

Hoy ya es el mañana de ayer y... ¿se te ha pasado el cabreo?

Dyhego dijo...

Amparo:
¡cuánto lo siento!
Ha dado la casualidad de que me había tocado lidiar con dos mujeres "difíciles". Otras veces me ha tocado con hombres desagradables. La cosa está muy repartida, por lo que se ve.
Desde luego no creo que una mujer sea mejor sólo por ser mujer. Al igual que un hombre no es mejor por ser hombre, desde luego.
¡Qué obviedades digo! Será que me dura el efecto de la cerveza...

Dyhego dijo...

K:
¡siempre hay un entendido por ahí! O no te dejan hablar, o no escuchan, o entran con el hacha levantada, en ese plan.

Dyhego dijo...

Zarzamora:
¡eso sí que es una cruz, los y las telefonistas que te llaman a media tarde, o a media comida, o a media cena.
Suelo utilizar varias tácticas:
a veces dejo el teléfono abierto un rato hasta que se cansan y cierran ellos la llamada.
Otras veces, antes de que hablen, les digo educadamente: lo siento pero no me interesa. Buenas".
¡Qué cruz!

Dyhego dijo...

Tracy:
sí, se me pasá el cabreo. Gracias. Es que ya iba yo muy quemado desde bien temprano.