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| Fotografía de Diego Morales. |
Los españoles asociamos el ruido con la alegría y el silencio con el aburrimiento y, así, pasa lo que pasa.
Hace unos días cominos en un restaurante y no pude disfrutar ni de la conversación con los otros comensales ni de la comida.
Acabamos lo antes posible para escapar de ese infierno.
¿De verdad es imposible acabar con esta tortura de los gritos?
Hay la desgraciada costumbre de levantar la voz, para sobresalir de los demás.
ResponderEliminarEso es lo peligroso ahora y no tenemos conciencia de ello.
Besos
Si tu gritas, yo gritaré más fuerte. Luego él hará lo mismo. Y cuando nos demos cuenta todos gritaremos.
ResponderEliminarSaludos,
J.
Me solía suceder cuando iba a los pub, musica a todo volumen, todos gritaban, al final no entendía nada, ni menos escuchaba.
ResponderEliminarSaludos
Antonia:
ResponderEliminargritamos demasiado y no hay manera de corregirnos.
Salu2.
José:
ResponderEliminarsí, a ver quien grita más fuerteeeeeee.
Salu2.
Carlos:
ResponderEliminarte entiendo perfectamente.
Cada vez soporto menos los griteríos.
Salu2.